Magna Mater

La diosa romana Cibeles, identificada con Magna Mater.

La Magna Mater, Mater Magna, o simplemente Gran Madre, fue una divinidad de origen frigio. Fue la gran diosa anatólica por excelencia, y la Madre Tierra en Frigia. Su culto se difundió pronto por la cuenca mediterránea gracias a la diáspora de incontables esclavos frigios. Floreció durante seis siglos, los tres inmediatamente anteriores y posteriores al nacimiento de Jesucristo.[1]

El culto de la Magna Mater arraigó en la República romana desde el siglo III a. C. Por favor especial, siendo una divinidad extranjera, se le asignó un lugar de adoración en el Monte Capitolino. Más tarde se le construyó un templo al lado del de la Tríada Capitolina, que durante la Dinastía Severa pasó a ser el santuario más importante de Roma.[2]

La Magna Mater fue en un principio adorada como una piedra aerolito que el año 205 a. C. fue trasladada a Roma. Había comenzado siendo la divinidad hitita Atargatis, que con su hijo y consorte Attis producían fertilidad, cosechas y frutos. Era una diosa terrestre, y en parte también acuática, mientras que Attis era el luciente, el brillante hijo del Sol. Ya desde la época hitita Atargatis iba cabalgando en la grupa de dos leones; después, romanizada, la Magna Mater, convertida en Cibeles, unció sus leones a un carro y marchaba sentada cómodamente en él.[2]

Las Julias de la casa de Septimio Severo intensificaron el culto de la Madre Cibeles importando a Roma otra piedra santa desde el santuario de Emesa (actual Homs), del que ellas eran sacerdotisas. El nombre de Heliogábalo es la romanización de Elagabaal. Durante su gobierno se ocupó en la propagación del culto a la piedra de Emesa.[2]

Relieve de Magna Mater en el santuario rupestre de Palazzolo Acreide.
  1. Guerra Gómez, Manuel. El sacerdocio femenino (I.T. San Ildefonso, 1987), pp. 113-114
  2. a b c Pijoán, José. Summa Artis. Historia general del arte. (Espasa-Calpe S. A., Madrid, 1985) Vol. V, p. 507

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